Por .Ana Mata. || @tatatactictac
Judith Butler escribió esta carta al día siguiente de los atentados ocurridos en París. Por la relevancia de sus palabras, y al ver que no había una versión disponible en castellano, me tomé la libertad de hacer una traducción para este espacio.
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Estoy en París y pasé cerca de la escena de la matanza en la calle Beaumarchais el viernes por la tarde. Cené a diez minutos de otro de los objetivos atacados. Todas las personas a las que conozco están a salvo, pero muchas personas que no conozco murieron o están traumatizadas o en duelo. Es chocante y terrible. Hoy las calles estaban pobladas en la tarde, pero vacías en la noche. La mañana estaba completamente quieta.
Resulta evidente por las discusiones televisivas que surgieron inmediatamente después de los eventos, que el “estado de emergencia” -por más temporal que sea- no deja de establecer un tono que permite que el estado de seguridad se amplíe. Los temas que se debatían incluían la militarización de la policía (como “completar” el proceso), el espacio de la libertad, y cómo luchar contra el “Islam” –esa entidad amorfa. Hollande trató de ser masculino cuando declaró que esto es una guerra, pero no se podía dejar de pensar en el aspecto imitativo de su performance, lo que impedía que el discurso fuera tomado en serio.
Sin embargo, por más bufón que sea, él ahora está actuando como la cabeza de un ejército. La distinción ente estado y ejército se disuelve de cara a un estado de emergencia. La gente quiere ver a la policía, y quiere una policía militarizada que les proteja. Un peligroso, aunque entendible, deseo. Los aspectos benéficos de los poderes especiales acordados soberanamente bajo el estado de emergencia incluyen darle a las personas viajes de taxi gratuitos de regreso a sus casas, y abrir los hospitales a todxs lxs afectadxs también les convoca. No hay toque de queda, pero los servicios públicos están reducidos, y las demostraciones están prohibidas. Incluso los “rassemblements” (encuentros) para conmemorar a los muertos eran técnicamente ilegales. Fui a uno en la Place de la Republique donde la policía anunciaría que todxs debían dispersarse, y sólo unxs cuantxs obedecieron. Eso fue para mí un breve momento de optimismo.
Lxs comentadorxs que buscan distinguir entre distintos tipos de comunidades musulmanas y visiones políticas son considerados culpables por buscar “matices”. Aparentemente, el enemigo debe ser extensivo y singular para ser derrotado, y las diferencias entre un musulmán y un yihadista e ISIL se vuelven más difíciles de discernir en el discurso público. Lxs expertxs sabían quién era el enemigo antes de que ISIL se adjudicara la responsabilidad por los ataques.
Me pareció interesante que Hollande anunciara tres días de duelo a la vez que ajustaba los controles de seguridad –otra manera de leer el título del libro de Gillian Rose, “el duelo se convierte en ley”. ¿Estamos de duelo o nos estamos sometiendo al incremento de la militarización del poder del estado y suspendiendo la democracia? ¿Cómo esto último funciona más fácilmente cuando se le vende como si fuera lo primero? Han de ser tres los días de duelo público, pero el estado de emergencia puede durar hasta doce días antes de que la asamblea nacional tenga que aprobarlo.
Pero también, el estado explica que debe restringir libertades para poder defender la libertad –eso parece una paradoja que no molesta a lxs expertxs en televisión. Sí, los ataques fueron claramente destinados a escenas icónicas de la libertad francesa diaria: el café, la sala de conciertos de rock, el estadio de futbol. En la sala de conciertos, supuestamente apareció una diatriba escrita por uno de lxs atacantes que cometió 89 brutales asesinatos, en donde culpaba a Francia por haber fallado en intervenir en Siria (contra el régimen de Assad), y culpando al oeste por su intervención en Irak (contra el régimen de Baathist). Así que, no se trata de una posición contra la intervención occidental en sí.
También existe una política de nombres: ISIS, ISIL, Daesh. Francia no dirá “etat islamique” (Estado Islámico) ya que con eso reconocerían la existencia de un estado. Quieren conservar el término “Daesh”, ya que es una palabra árabe que no se traduce al francés. Mientras tanto, esa organización se responsabilizó por los asesinatos, asegurando que eran retribuciones por los bombardeos aéreos que han matado musulmanes en suelo del califato. La elección del concierto de rock como blanco –como un lugar (una vista) de asesinatos, en realidad- fue explicada: el lugar alojaba “idolatría” y “un festival de perversión”. Me pregunto cómo llegaron al término “perversión”. Me suena a que estaban leyendo por fuera de su campo.
Los candidatos presidenciables han aportado lo propio: Sarkozy ahora está proponiendo campos de detención, explicando que es necesario que se arreste a quienes se sospeche tengan vínculo con yihadistas. Y Le Pen está argumentando a favor de la “expulsión”, habiendo denominado recientemente a los migrantes “bacterias”. Que uno de los asesinos de origen Sirio haya conseguido entrar a Francia a través de Grecia puede convertirse sin problema en la razón por la cual Francia consolidaría su guerra nacionalista contra lxs migrantes.
Mi apuesta es que el discurso sobre la libertad será importante para rastrear en los próximos días y semanas, y que tendrá implicaciones en el uso del estado de seguridad y en el estrechamiento de las versiones de democracia ante nosotrxs. Una versión de la libertad es atacada por el enemigo, otra versión es restringida por el estado. El estado defiende la versión de la libertad atacada como el corazón de Francia, y sin embargo suspende la libertad de reunión (“el derecho a manifestarse”) en medio de su duelo y prepara una más completa militarización de la policía. La pregunta política parece ser: ¿qué versión de la derecha vencerá en las próximas elecciones? Y, ¿qué se convertirá en una derecha permisible una vez que Le Pen esté en el “centro”? Vivimos horrendos, tristes y premonitorios tiempos, pero esperemos que aún podamos pensar, hablar y actuar en medio de ellos.
El duelo parece restringido dentro del marco nacional. Lxs cerca de 50 muertxs en Beirut del día anterior difícilmente son mencionados, así como lxs 111 palestinxs muertxs sólo la semana pasada, o las cifras en Ankara. La mayoría de las personas a las que conozco se describen a sí mismas como “en un callejón”, incapaces de pensar cabalmente acerca de la situación. Una manera de pensar acerca de ella puede ser la de inventar un concepto de duelo transversal, para considerar cómo opera la métrica del duelo, cómo que los cafés sean blancos tira de mi corazón en maneras que otros lugares no lo haría. Parece que el miedo y la ira podrían bien convertirse en un feroz abrazo al estado policial. Supongo que por esto es que prefiero a aquellxs que se sienten en un callejón. Eso quiere decir que esto va a tomar un tiempo para pensarse. Es difícil pensar cuando se está horrorizado. Requiere tiempo, y se requiere de aquellxs que están dispuestxs a tomarse ese tiempo contigo –algo que tiene la oportunidad de suceder en un “rassemblement” prohibido.
-Judith
*Puedes encontrar la carta original aquí.
*La imagen es de internet